30/07/06

Sanagorán


En algún desierto punto
de la sierra norte del Perú,
donde se camina entre nubes
y el cielo con los dedos se puede tocar,
entre piedra y río está enclavado Sanagorán.

Sus hombres son de color del barro,
de indomable y valeroso carácter,
que el gélido clima no ha podido vencer.

Sin más coraza que un poncho,
colorado como el ardor de su sangre,
por enfrentar la vida, por vencer injusticias...
por ganar presencia.

En su descanso, por reponer fuerzas de flaqueza,
desaparecen su contemplativa mirada recia
en el vacío de las montañas
al ritmo de protesta de su caleador
y con el verde sabor amargo de su coca suerte.

Sus mujeres de infinita paciencia,
de voz cantada y pausada,
cuyo pudor esconden tras sus robustas polleras,
sostienen con sobrio pañolón por su espalda
la ilusión del futuro de su raza
y pintan el paisaje de la abrupta serranía
con vestimenta de chillantes colores.

Sus manos la rutina burlan con rueca de lana,
y en su hilado esconden legendarios secretos
escritos con las yemas de sus ingeniosos dedos de araña,
mientras sus huellas se dibujan en el húmedo aire
de tanto ir y venir.

Gente campesina de rostro pétreo,
que con amplias alas de sombrero de paja
cubre sus frustrados sueños de un sol justiciero
que tributo exige hasta por cada gota de sudor derramada.

Ellos tienen la fe sencilla de los niños.
Confían en ese Dios que llora
por la postración de su pueblo,
y que con sus lágrimas hace fecundar la madre chacra
entre rocas y espinas.

Aquí se detuvo el tiempo con olor a beatitud,
en espera de caminar con sus hermanos pobres
hacia la gloria prometida,
aquí en la tierra, allá en el cielo, yo no lo sé.

Por sus punas y solitarios caminos
se oye el eco silencioso del grito
de la pobreza y del abandono
que contrasta con sus bellos paisajes andinos,
donde parece que descansa Dios.

Ahí, en Sanagorán,
donde se camina entre nubes
y el cielo con los dedos se puede tocar.

Para que no la olvides jamás


A su fragancia le faltó la flor,
a su inspiración le faltó la poesía.
No hubo aurora en su lucero,
ni melodía en su canto de ave.

Nombrarla sería desvanecer su misterio,
con solo tocarla perdería realidad.
Basta con reprobar sus caprichos
para que nos haga su juguete favorito.

Ella es esencia sin talladura,
que se escapó de las manos de Dios,
por no igualarse al común mortal
que de inteligencia emana prejuicios.

Llevaba curiosa prisa por nacer,
y en la antesala del alumbramiento
olvidó la lógica de sus rígidos sueños
por sentimientos mágicos de intuición.

Tan sólo vence para salir huyendo,
te observa para robar tus ojos,
te da la mano para retirártela,
y su corazón ... para que no la olvides jamás.

En esta soledad

En esta soledad poblada de gente
con abrazos, besos y risas sin nombres.

Por estos pasillos tristes y huecos de tiempo
donde la señora rutina se ríe de nosotros.

Ante estas frías paredes eternas de aburrimiento
por donde escurren mis ansiosos pensamientos.

De este desierto sin sol ni arena ni espinas,
que hasta la más mínima flor es graciosa compañía,
encuentro que todo tan sólo por ti tiene sentido,
que lo único valioso eres tú.

Deja que te acaricie

Que te acaricien mis manos,
dan calor a tu piel.


Que te acaricie mi mirada,
tan dulce como la miel.

Que te acaricie mi voz tras el viento,
mi boca con su aliento.

Que te acaricien mis labios tiernamente,
mi rostro lentamente.

Que te acaricie mi recuerdo,
basta que pienses en mí.


Que te acaricie mi ausencia,
pues no me olvido de ti.

Deja que te acaricie yo.

Recuerdo de un tímido deseo

Esa casita de adobe sin techo de teja
que tan sólo evoca sus habitados años de dicha.

Cualquier día después de un fin de semana
que no espera más que convertirse en un mes de abril.

Alguna margarita de aquel jardín
que se deshoja tan sólo por decir que sí.

Este reloj de monótono tic-tac,
cuyas manecillas atrevidas
mueren por rozar la falda de tu aurora.

Aquella nube negra de ansiedad,
que está que llora por bajar a besar su tierra amada.

Estas letras que buscan un no sé qué,
un verso que por tu espalda se resbaló.

No son más que el recuerdo de un tímido deseo,
por no haberte dicho: cuánto te amo.

28/07/06

Hilo de humo

Ligera silueta de remolino,
eres como un hilo de humo
que coquetea con la penumbra del aire.

Sólo me está permitido contemplar
y aspirar la fragancia de tus pétalos silvestres
y de empaparme con el rocío de tu humectante voz.

Mis manos brutas tan sólo mancillarían tu belleza,
borrarían tu virginal imagen de luna llena
y opacaría el brillo de tus ojos límpidos.

Te prefiero intacta, pura, fresca
como el bosque escondido aún no explorado
tan lleno de magia, leyenda y misterio.

Solamente tengo mis versos para llegar a ti,
con ellos me vuelvo aire,
donde en la penumbra,
hilo de humo, etéreo,
locamente te desvaneces.